martes, 29 de abril de 2008

biogeografia de chile

Departamento de Historia y Ciencias Sociales
Juan Rocabado M.


Biogeografía y Riesgos Naturales

Biogeografía

La biogeografía tiene como objeto estudiar la biosfera, que es la parte del planeta que está ocupada por Server vivos animales y vegetales sobre la superficie del planeta, y la puesta en evidencia de las causas que rigen esta distribución. Los factores de mayor incidencia en la distribución de los seres vivos son: el clima, ya sea en disponibilidad de agua y temperatura, y la calidad del suelo. Estos elementos se presentan en nuestro país con grandes variaciones dependiendo de la latitud, altura, unidad geomorfológica y zona climática en que se encuentre un determinado territorio. Al conjugarse, configuran zonas biogeográficas, caracterizadas por presentar un tipo de vegetación específica y una fauna asociada.
En Chile es posible distinguir cuatro zonas biogeográficas, las que en su interior constituyen unidades más o menos homogéneas. Sin embargo, es necesario señalar que existen áreas que no es posible incluir dentro de estas grandes unidades, ya que presentan características muy similares, como por ejemplo la Antártida, las islas oceánicas y las altas cumbres de la Cordillera de los Andes.

Zonas biogeográficas de Chile

1. Zona árida, predominio de vegetación xerófita, herbácea y suculenta:
Esta unidad se desarrolla entre el límite norte y los 27ºLS, comprendiendo las regiones I, II y III. Es posible diferenciarla en tres subunidades:

a. Zona de tendencia desértica: su característica fundamental es la aridez. Corresponde el territorio entre la línea de costa y los 3.000 m de altura de la cordillera de los Andes. La vegetación se presenta en sectores muy específicos: en la costa se presenta sólo donde la neblina, Camanchaca, es abundante, pudiéndose desarrollar algunas catáceas y hierbas anuales. En las desembocaduras de los ríos y junto a las quebradas se presentan hierbas resistentes a los altos contenidos salinos de los suelos.
En la depresión intermedia encontramos La Pampa del Tamarugal, donde destaca principalmente el tamarugo, presentándose también el algarrobo y el chañar. Esta vegetación se alimenta gracias a las napas de aguas subterráneas que existen en la zona. Como expositores de la fauna están presentes: el ratón orejudo, el zorro culpeo y el matacaballo. Fuera de la Pampa del Tamarugal la depresión intermedia no presenta vegetación, ya que corresponde al Desierto de Atacama, el más árido del mundo, donde respecto de la fauna es posible encontrar sólo algunos lagartos e insectos.
b. Zona de tendencia tropical: se presenta sobre los 3.000 m de altura, especialmente en el altiplano chileno. La vegetación se encuentra en fondos de los valles y quebradas, que se desarrollan gracias a las lluvias estivales. La vegetación se presenta de acuerdo a la altura: a partir de los 3.000 m están los cactus columnares, el tolar y la paja brava; sobre los 4.000 m de altura se encuentra la llareta y el bofedal, que es un pastizal acojinado, y la quéñoa, que es un árbol altiplánico que crece a las mayores alturas del mundo. Respecto a la fauna están los auquénidos, endémicos del altiplano sudamericano: llamas, alpacas, vicuñas y guanacos.
Otros mamíferos son la chinchilla y la vizcacha, los que han sido fuertemente depredados. Existe también un número importante de aves asociadas a las fuentes de agua, como las taguas, parinas, gaviotas, flamencos y gansos andinos.
c. Zona de oasis: corresponde a zonas donde gracias a la presencia de algunos cursos de agua es posible el desarrollo de oasis, tales como el de Pica, Azapa, Camarones y Camiña. La vegetación se presenta abundante en especies como la cola de zorro, brea, chilca, chalar, algarrobo y pimiento. En cuanto a la fauna, existen culebras, lagartos, zorros y tucutucus.

2. Zona semiárida (predominio de vegetación xerófita y mesófita, arbustiva y suculenta):
Se ubica entre Copiapó y Pichidangui. Se caracteriza por ser una zona de trasición entre el xerofitismo del Norte Grande y el mesomorfismo de más al sur. La vegetación tiene un desarrollo irregular y con adaptaciones a las condiciones xerófitas. En la zona más al norte de esta unidad la vegetación es escasa, representada por cactáceas y unos pocos arbustos; en el centro domina la formación llamada matorral; y hacia el sur la vegetación aumenta en tamaño, cobertura y variedad, principalmente en los sectores costeros. Las características climáticas de esta unidad otorgan gran importancia, en desarrollo de la vegetación, a la exposición a las laderas respecto de los rayos solares y de los vientos húmedos provenientes del Pacífico. Así en las laderas de solana, las que están permanentemente expuestas al sol, crece vegetación xerófita típica, como el chagual y cactáceas.

En las zonas de menor exposición al sol se encuentran especies como el palo negro, palo colorado, romerillo, manzanilla cimarrona. El árbol que sobresale es el algarrobo. También se encuentra el molle y el guayacán; a partir de La Serena aparece el litre, árbol característico de la Zona Central. A lo largo de los valles transversales la vegetación se vuelve abundante y presenta mayor variedad.
En esta unidad biogeográfica ocurren dos fenómenos muy importantes:
● El desierto florido: es una cubierta herbácea de gran colorido que se presenta sobre las planicies litorales y serranías de las regiones de Atacama y Coquimbo. Este fenómeno encuentra sus explicaciones en dos elementos: la aparición de la zona de lluvias cíclicas que presentan un pick cada 7 o 9 años, lo que permite que el agua se infiltre en cantidad suficiente para hacer germinar las semillas que han permanecido en estado latente durante mucho tiempo; y un segundo elemento, configurado por esta última situación, es la capacidad de estas semillas y bulbos de permaneces suspendidas por una gran cantidad de años, lo que se cree ocurre gracias a la ausencia de humedad y composición química que presentan los suelos del área. Las especies más representativas son las doquillas y añañucas.
● Los bosques de relictos: en la Región de Coquimbo existen tres bosques relictos: Fray Jorge, Talinay y Pichidangui. Son formaciones boscosas típicas de zonas donde llueve más de 1.000 mm anuales. Estos bosques han sido declarados parques nacionales y santuarios de la naturaleza, con el fin de protegerlos y conservarlos. Su presencia en el área se debe a las neblinas costeras, las que les aportan la cantidad de agua necesaria para su desarrollo. Sus especies más representativas son el olivillo y el canelo, en los cuales se aprecia gran cantidad de musgos y líquenes debido a la humedad. Tienen además presencia de sotobosque. La fauna que habita esta unidad no es muy variada, sin embargo sobresalen los numerosos roedores como la chinchilla y el cururo. También los zorros culpeo y la chilla. En las aves encontramos la diuca, el picaflor común y el cernícalo, entre otros.
3. Zona subhúmeda (predominio de vegetación mesófita, arbustiva y arbórea)
Se desarrolla desde el río Aconcagua hasta el Biobío, pesentando desde formaciones semidesérticas hasta bosques higrófitos templados. Esta unidad concentra mayoritariamente el doblamiento humano y el desarrollo de las actividades agropecuarias más importantes del país.
En ella se pueden identificar distintos tipos de vegetación, de acuerdo a las precipitaciones y temperaturas, siendo al igual que en el caso anterior, importante la exposición de la ladera tanto al sol como al viento. La altura es también un factor importante para las formaciones vegetacionales.
En la parte más septentrional de la unidad sobresale la estepa de espinales, especialmente espinos como la acacia caven, y los algarrobos, asociados a gramíneas y a hierbas. Hacia las zonas cordilleranas la estepa de espinos se mezcla con el matorral esclerófilo, cuyos representantes más importantes son el quillay, el boldo, el litre, el maitén, el peumo y la patagua. En los arbustos sobresalen el palqui, la ñipa y el corcolén, entre otros.
La formación anterior se puede encontrar hasta más allá de Chillán. Sin embargo, toda el área de esta unidad que corresponde a la depresión intermedia ha sido fuertemente intervenida por el hombre para el desarrollo de actividades agropecuarias; por ello, el denominado bosque esclerófilo que habría existido anteriormente se ha refugiado en quebradas y cajones de la cordillera de los Andes, la que, gracias a su mayor hostilidad para el establecimiento de hábitat humanos, ha permitido el mantenimiento en algunos sectores del bosque esclerófilo.
En la Zona Central, específicamente en el sector precordillerano de la Región Metropolitana se encuentra la Reserva Nacional Río Clarillo, donde es posible encontrar todas las especies del matorral y bosque esclerófilo.
En la cordillera de los Andes la vegetación se encuentra estratificada en pisos altitudinales, predominando los arbustos y las hierbas.
En la cordillera de la Costa la existencia de más de 400 mm de precipitaciones anuales permite la aparición de especies con mayores requerimientos hídricos, como por ejemplo el roble. Aquí se desarrolla una especie muy característica de nuestro país, la Palma Chilena, que crece entre la IV y VII regiones.
Con respecto a la fauna, sobresalen los roedores como por ejemplo el coipo, especialmente junto a los cursos de aguas y lagunas. En la cordillera de la Costa es posible encontrar zorros, chingues, quique y gatos monteses. En aves permanecen las de la unidad anterior, más algunas acuáticas.
4. Zona húmeda (predominio de vegetación higrófita arbórea)
Esta unidad se extiende desde el Biobío hasta el extremo sur del país, con excepción de algunas zonas que se encuentran a sotavento de la cordillera de los Andes, por ejemplo La Patagonia, que presenta vegetación de tipo estepárico.
La vegetación es principalmente higrófila y arbórea, excepto en la depresión intermedia donde existe mucha intervención antrópica, destinando grandes áreas a pastizales para el ganado y a cultivos.
Las formaciones predominantes son los bosques y pluviselvas, los que presentan características muy similares: bosques de árboles altos, más de 40 mts; dominancia de una o varias especies, sin cubierta herbácea, con sotobosque, gran presencia de musgos, líquenes y hongos.
Sobresalen especies como la araucaria, el mañio y el alerce. Podemos identificar una serie de bosques que dominan amplios secotres y guardan particulares características, los más importantes son:
Bosques de Araucarias: se localizan en la cordillera de los Andes, entre el volcán Antuco y Quetrupillán, y en la cordillera de la Costa en Nahuelbuta. Está asociado generalmente a comunidades de lenga, roble, raulí y ñirre.
Selva Valdiviana: se localiza en la Región de los Lagos. Está compuesta por las siguientes especies: ulmo, tineo, tepa, mañio, coigüe, alerce y arrayán rojo.
Bosque de Lenga: se localiza mayoritariamente en Aisén y Magallanes. Los árboles crecen muy juntos y sus troncos son muy delgados, prácticamente no hay sotobosque.


En la parte más austral, producto de las bajas temperaturas, la vegetación se presenta cada vez más escasa, comenzando el dominio de tundra magallánica; arbustos ralos en cojín. En los sectores de sotavento de la cordillera de los Andes, dependiendo del relieve, se presenta el matorral xerófito preandino, el bosque magallánico deciduo, es decir, de lenga y coigüe, y la tundra magallánica.
En la fauna sobresalen los siguientes mamíferos: el zorro culpeo, el quique y el chingue. En algunos lugares es posible encontrar el puma y la guiña. Existe un marsupial llamando monito del campo. En las Zonas más australes están el armadillo, el huemul, el guanaco y el ñanú.

Riesgos Naturales

Los riesgos natulares pueden definirse como aquellos fenómenos naturales de largos ciclos, que provocan situaciones problemáticas de distinta consideración a los pueblos y sus sociedades. Debe señalarse que mayoritariamente estas situaciones repercuten en el hombre, debido a que éste se emplaza en áreas donde interrumpe el normal funcionamiento del sistema natural.
Este emplazamiento está condicionado por factores de orden económico, lo que podemos deducir fácilmente si miramos sobre nuestra comunidad local y pensamos quiénes son los que habitan las riberas de los ríos, las quebradas o las laderas de los cerros: son aquellos que están marginados del mercado de la vivienda y establecen sus precarios hogares en lugares donde el valor del suelo no existe o es muy bajo, debido a que constituyen áreas de riesgo.
Sin embargo existen también un número significativo de riesgos natulares que están asociados exclusivamente a la constitución física de los diferentes territorios. En nuestro país inciden fuertemente las características físicas en la presencia de importantes riesgos natulares que, según su origen, podemos diferenciar en tres grupos:

Riesgos Naturales en Chile
Derivados de la acción del clima
Derivados de la acción sísmica
De carácter
biológico
Seguías
Terremotos
Marea Roja
Inundaciones
Sismos

Heladas
Maremotos

Aluviones
Erupciones

Avalanchas





1. Riesgos Naturales Derivados de la Acción del Clima.

La diversidad climática del territorio configura situaciones antagónicas respecto de la disponibilidad de agua, pasando de algunos lugares con inundaciones a otros de sequía. Estas situaciones en nuestro país están conectadas no tan sólo a los períodos típicos de lluvias y sequías estacionales, las que en numerosas ocasiones pueden verse agudizadas de acuerdo al accionar de una serie de factores, adquiriendo el carácter de riesgo natural. Algunos de estos factores más importantes son los fenómenos océano-atmosférico denominados El Niño y La Niña.
Cuando se desencadena un Niño se generan grandes excedentes de precipitaciones lo que trae como consecuencia inundaciones. El Niño se origina cuando se provoca el deslavace entre las altas presiones del Anticiclón del Pacífico y las bajas presiones de la costa australiana, volviéndose estas últimas más altas que las primeras, lo que provoca que los vientos varíen su desplazamiento habitual, soplando, ahora, desde las costas australianas hacia las costas sudamericanas. Esto trae como consecuencia una corriente de agua ecuatorial, por lo tanto cálida, que choca con el continente y se desplaza hacia el sur y hacia el norte. En nuestro país esta corriente de agua cálida incrementa la temperatura superficial del mar aumentando la evaporación y, por ende, las precipitaciones, las que finalmente, debido a su abundancia, provocan inundaciones.
Esta situación repercute principalmente en la zona central de nuestro país, sin embargo, la envergadura del evento va a determinar su desarrollo espacial, la que en algunas ocasiones ha llegado hasta Valdivia. Por otra parte la Niña es el fenómeno contrario.
Las diferencias se presión habituales entre el Anticiclón del Pacífico y las costas australianas se acentúan, intensificándose las temperaturas frías de la temperatura superficial del mar, lo que dificulta la evaporación. Por lo tanto, las precipitaciones disminuyen, generándose grandes sequías. Como ejemplos podemos señalar la temporada Niña 1996-1997 y la temporada Niño 1997-1998.
Las inundaciones se presentan a lo largo de todo el territorio nacional, ya sea por el desarrollo del Niño o de un evento meteorológico anormal. Hay presencia de lluvia donde no llueve habitualmente, períodos prolongados de lluvias o concentración de altos montos de lluvia en un período corto. Las sequías afectan prácticamente a todas las regiones, con la excepción del Norte Grande, por el hecho de constituir espacios áridos.
Consecuencias secundarias de la presencia de abundantes y persistentes precipitaciones es el desarrollo de fenómenos de escala local, como los aluviones y avalanchas. Los primeros están relacionados con las crecidas de los ríos y la activación de quebradas, las que gracias al a fuerza del agua y la pendiente arrastran materiales de piedras y lodo, arrasando con lo que encuentran a su paso, como sucedió con los emblemáticos casos de Antofagasta en 1991 y de quebrada de Macul en el año 1993, donde poblaciones enteras desaparecieron producto del avance del aluvión a través de las quebradas.
Las avalanchas son desplazamientos de grandes masas de nieve y barro, provocadas por lluvias abundantes a gran altura o por la pérdida del equilibrio respecto de la fuerza de gravedad, desplazándose esta masa pendiente abajo. Situación similar ocurre con los derrumbes, con la diferencia que a ellos de les asocian materiales sólidos, es decir, rocas y piedras. En las dos primeras regiones este riesgo natural está presente producto de las lluvias estivales, a diferencia de lo que sucede más al sur donde se desencadenas por precipitaciones invernales. Por último, las heladas son fenómenos climáticos típicos de la Zona Central de nuestro país, manifestándose temperaturas muy bajas que perjudican a la agricultura y a los animales. Los cultivos se queman, desaparece el forraje, pastos y hierbas de las que se alimentan los animales, y muchos animales pueden llegar a morir por exceso de frío.

2. Riesgos Naturales Derivados de la Acción Sísmica
Terremotos, sismos menores, maremotos y erupciones volcánicas son riesgos naturales que mayor conexión tienen con la conformación física del territorio chileno. Nos localizamos justo por encima de la zona donde la Placa de Nazca se desplaza bajo la Placa Sudamericana, por ello los constantes movimientos sísmicos y la actividad volcánica. Cuando la acumulación de energía sobrepasa el umbral impuesto por la naturaleza, la presión debe librarse, haciéndolo a modo de sismos y erupciones volcánicas, lo que en numerosas oportunidades ha traído como consecuencia grandes desastres a los habitantes y sus localidades. Por ejemplo tenemos los terremotos de Valdivia en 1960, el de Santiago en 1985 y el último importante ocurrido en Punitaqui en 1998. Los riesgos sísmicos están presentes en Chile desde el límite norte hasta los 47º LS, al igual que los maremotos, los que también reciben el nombre de tsunamis, y pueden definirse como gigantescas olas capaces de modificar la estructura litoral del área afectada. El maremoto es provocado, mayoritariamente, por grandes movimientos sísmicos que tienen como hipocentro el fondo del océano, pero requiere además de ciertas particularidades del relieve submarino, como así mismo de un tipo de onda sísmica determinada. Ello explica por qué no hay un maremoto cada vez que ocurre un terremoto con hipocentro en el suelo oceánico.
Las erupciones volcánicas que pueden ser provocadas por actividad volcánica de los más de 50 volcanes activos que existen en nuestro territorio, constituyen un riesgo natural principalmente para la zona comprendida entre Chillán y Puerto Montt. Casi tan devastadora como las corrientes de lava son también las cenizas volcánicas y los humos, que cubren extensas zonas producto de la acción de los vientos. También existe la posibilidad de que se alteren químicamente las aguas superficiales, perjudicando la agricultura y la ganadería directamente.

3. Riesgos Naturales de Carácter Biológico
La Marea Roja es un fenómeno natural que se genera por el aumento explosivo de ciertos microorganismos que componen el plancton. Estos microorganismos reciben el nombre de dinoflagelos y otorgan una tonalidad roja al mar, por ello su nombre. Los moluscos que se alimentan de plancton los concentran en sus organismos, sin generarles ninguna dificultad. Sin embargo, cuando los moluscos son consumidos por el hombre pueden causar rápidamente la muerte. La Marea Roja se presenta en las costas Centro Sur provocando grandes problemas en las economías locales, ya que cuando se presenta el evento, la extracción de moluscos es suspendida.

Transformación el Paisaje Natural

El concepto de espacio natural puede definirse de forma opuesta a paisaje cultural, es decir, seria aquél que no ha sido modificado por el hombre. Sin embargo esta definición es muy restrictiva, ya que prácticamente no existiría ningún área que no entrara en esa definición. En todas las culturas, incluso en las más primitivas, el hombre ha sido un transformador del paisaje natural, estableciendo con él una relación cada vez más compleja, de acuerdo a diferentes factores, como el crecimiento demográfico, la evolución de las necesidades humanas y el avance de la tecnología, entre otras. Cuando nuestro territorio era habitado por los pueblos originarios, la transformación generada se encontraba en un relativo equilibrio. Actualmente la situación es crítica, las transformaciones son tan profundas que el sistema natural no logra absorberlas en sus siclos de reciclaje permanente, Grandes urbes como Santiago, Temuco o Concepción no son la única forma que adquiere el paisaje natural transformado en cultural. También se debe pensar en el medio rural, en el cual la organización del espacio, principalmente en función de los cultivos y la cría de animales, ha vuelto monótono el paisaje, perdiendo diversidad tanto en especies vegetales como animales. En nuestro país el sector litoral constituye un área de gran fragilidad ecológica, ya que es la zona de encuentro entre el medio terrestre y el marino. Durante las últimas décadas ha sido fuertemente intervenido, siendo ocupado progresivamente por construcciones, con gran impacto para el medio ambiente.
Para ello Chile cuenta con un Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas por el Estado (SNASPE), que está bajo la administración y manejo de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Actualmente el SNASPE está compuesto por 31 Parques Nacionales, 48 Reservas Naturales y 15 Monumentos Naturales, unidades que en su conjunto abarcan una superficie de 14 millones de hectáreas, correspondiendo aproximadamente al 18% del territorio de nuestro país.

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